El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), cumplió cuatro años de vigencia el pasado 1º de julio, y a todas luces podemos decir que se trata de un tratado sumamente exitoso. México se ha consolidado como el principal socio comercial de Estados Unidos y hemos rebasado a China como el primer exportador mundial hacia la Unión Americana. El comercio bilateral entre México y EEUU alcanzó $800 mil millones de dólares en 2023, y México captó $36 mil millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) ese mismo año, ambas cifras récord.
No podemos negar que la guerra comercial entre China y Estados Unidos ha ayudado a que México crezca como proveedor del mercado estadounidense, al sustituir una enorme gama de productos que China ya no puede exportar a EEUU por los aranceles prohibitivos que impuso el entonces presidente Trump y que mantuvo y expandió el presidente Joe Biden.
Los productores mexicanos de aparatos domésticos se han beneficiado de este efecto sustitución, el cual desde 2019 ha propiciado un incremento importante en la exportación de productos como aires acondicionados (+68%), secadoras (+67%), ventiladores (+38%), aspiradoras (+125%) y hornos de microondas (+60%), entre muchos otros.
Sin duda, el TMEC representa el principal atractivo para que empresas de todas partes del mundo vean a México como un país llamativo para invertir, debido a la certeza jurídica de que al producir en el país pueden aprovechar un mercado doméstico de 130 millones de consumidores, pero sobre todo, dado que los productos manufacturados en México gozan de acceso irrestricto y libre de arancel al mercado más grande y atractivo del mundo, los Estados Unidos.
El fenómeno del nearshoring es real, y esto se refleja en el hecho de que estamos viendo una diversificación importante de nuestras fuentes de IED. Mientras que hace menos de diez años Estados Unidos representaba entre el 50 y 55% de la IED que llegaba anualmente a México, el año pasado esa cifra se redujo a 40 por ciento. Los países europeos como Alemania, España, Francia y Reino Unido están incrementando sus inversiones en nuestro país, pero estamos también presenciando aumentos importantes en la inversión asiática en México. Japón y Corea del Sur son los principales inversionistas de Asia en México, pero los anuncios de inversión a futuro muestran cómo China está avanzando a pasos agigantados.
La Secretaría de Economía reveló recientemente que se han hecho anuncios de inversión para los próximos tres años de más de $110,000 millones de dólares, con más del 54% destinado al sector manufacturero. Mientras que hace 10 años China no aparecía entre los Top 20 países que invierten en México, en esta lista de anuncios de inversión para los próximos años China ha brincado a la posición número dos, únicamente atrás de Estados Unidos, y planea invertir más de $13 mil millones de dólares en México en los próximos años, lo cual representa el 12% del total de anuncios de inversión reportados por la Secretaría de Economía.
México se beneficia enormemente de la inversión extranjera proveniente de cualquier país, incluido China, sobre todo cuando dicha inversión genera empleo y desarrolla procesos de manufactura avanzada con un alto componente tecnológico. Sin embargo, la presión del gobierno estadounidense hacia México ha estado creciendo en los últimos años, justamente por la preocupación de EEUU de que China planea invertir en sectores estratégicos como vehículos eléctricos, baterías de litio, telecomunicaciones y semiconductores. La Representante Comercial de EEUU, Katherine Tai, ha señalado que China está triangulando productos del sector acerero y aluminio hacia Estados Unidos a través de México, y el candidato presidencial Donal Trump ha señalado que en su segundo mandato prohibirá la importación de productos mexicanos producidos con capital chino.
Esto coloca a México en una posición muy difícil, ya que la amenaza de Trump representaría una violación directa del TMEC y de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Hoy en día, si una empresa de cualquier país se establece en México, cumple con nuestras leyes nacionales, cumple a su vez con las reglas de origen del TMEC y exporta sus productos a Estados Unidos, no tendría por qué enfrentar barreras comerciales. Si EEUU restringe de manera unilateral el acceso de dichos productos por el simple hecho de que se trate de una empresa con capital chino, entonces México tendría que defender a dicha empresa en un panel de solución de controversias, como lo haría con cualquier otra empresa mexicana que trate de aprovechar las preferencias arancelarias que ofrece el TMEC.
Este es un claro ejemplo en donde las reglas comerciales, en este caso del TMEC, podrían chocar con los objetivos geopolíticos de nuestro principal socio, y en particular con la intención del Gobierno de Estados Unidos de contener a China a toda costa y “sacarlos” del mercado norteamericano. Estados Unidos podría inclusive solicitar que en la revisión integral del TMEC, que se llevará a cabo en 2026, se reabra el tratado para incluir disposiciones que discriminen en contra de China y eviten que cualquier empresa de origen chino pueda obtener el acceso preferencial que ofrece el TMEC.
En mi opinión esto sería sumamente peligroso, ya que cualquier intento de reabrir el tratado para modificar, por ejemplo, las reglas de origen, podría llevar a los demás países a solicitar la apertura de temas prioritarios para ellos, como la movilidad laboral o cambio climático (México), o el acceso de productos lácteos y las excepciones culturales (Canadá), por mencionar solamente algunos. Esto afectaría los balances delicados del TMEC y podría poner en riesgo su viabilidad a largo plazo.
La solución para no dañar al TMEC sería proceder con la revisión del acuerdo en 2026, tal como se contempla en el artículo 34.7, es decir, no reabrir el TMEC ni renegociarlo, sino hacer recomendaciones sobre cómo mejorar su operación, seguir facilitando el comercio y relanzar el acuerdo por otros 16 años.
El TMEC ofrece enormes oportunidades para nuestro país, como lo reflejan los flujos de comercio y la atracción de inversión. Una de las grandes prioridades para el siguiente gobierno será cuidar esta “gallina de los huevos de oro”, resolver los irritantes comerciales con Estados Unidos en sectores como energía y maíz transgénico, e implementar una estrategia de negociación ante Estados Unidos para convencer a nuestro vecino de que el TMEC es el instrumento más valioso que tenemos para incrementar la competitividad de América del Norte y brindarle prosperidad económica a los ciudadanos de los tres países.