Ya en el año 2022 empezamos a ver las ventajas del famoso nearshoring, por el cual las inversiones instaladas en Asia prefieren establecerse en México para tener un acceso más seguro y cercano al mercado de Estados Unidos, que sigue siendo el mayor del mundo.
El efecto del nearshoring, de inmediato, se tradujo en una mayor Inversión Extranjera Directa (IED). En 2022 fue récord. Según la Secretaría de Economía, entraron al país 35 mil 291.6 millones de dólares, la cifra más alta de los últimos nueve años. La inversión física que llegó a México aumentó en 12% respecto al 2021. No hay duda, es un dato positivo, sobre todo pensando que somos una economía con bajo crecimiento.
México cada vez más en bloque Norteamericano
Y sí, señoras y señores, se lo debemos al nearshoring. Sí existe la intención de empresas de instalarse en México y aprovechar las ventajas del T-MEC. De hecho, la mayor parte de la inversión foránea está llegando primero de Estados Unidos y en segundo lugar de Canadá (España, que fue nuestro segundo gran inversionista, con empresas como Iberdrola, ya se quedó rezagado, más por decisiones políticas del actual gobierno que económicas).
En 2022 la llegada de IED fue relevante, incluso si tomamos las dos inversiones fuertes de ese año, la de Univisión con Televisa y la inyección de recursos a Aeroméxico, se nota claramente que somos una economía regional. México dejó de ser una isla y hoy más que nunca es parte del bloque económico de Norteamérica.
Nearshoring atrajo a Tesla, pero…
El fenómeno del nearshoring desde luego que está favoreciendo a México, pero… no sólo gracias a él van a estar llegando las inversiones, ni quiere decir que aprovechemos todo el potencial de éstas.
El mejor ejemplo lo vimos con la llegada de Tesla a México, empresa que representa la automotriz eléctrica por excelencia, la más cotizada en el mundo.
Su principal accionista y presidente, Elon Musk, es el hombre más rico del planeta, y Tesla quería venir a México.
Por ello, entabló pláticas desde el 2022 con Marcelo Ebrard, el canciller mexicano. La decisión logística de Tesla siempre fue Nuevo León, el estado mexicano que le queda más cerca a su corporativo y a su otra Giga-Factory, en Austin, Texas.
Se le quiso llevar al AIFA, y al final AMLO enmendó
Sin embargo, Tesla se convirtió en un atractivo para el presidente López Obrador, quien la quiso encaminar a una inversión cercana al Aeropuerto Felipe Angeles, el AIFA, para enmarcar una de sus obras icónicas, que no ha podido despegar por distintas razones.
Incluso, el Presidente tenía un buen argumento: ¿por qué las inversiones no se van al sur, donde sí hay agua? Y hasta llegó a decir que no daría el permiso a Tesla de instalarse en Nuevo León, por falta de agua.
Inversiones al sur donde hay agua, pero carece de infraestructura
Y aquí viene el centro del problema. El sur del país desde luego tiene agua, pero es necesario crearle infraestructura: gas, electricidad, puertos, aeropuertos, ferrocarriles, autopistas, y por supuesto servicios, desde educativos hasta culturales. Un buen inicio puede ser el proyecto del Corredor Interoceánico, donde habría 10 polos de desarrollo industrial, con una inversión de mil millones de dólares cada uno. Pero… debemos crearle la infraestructura.
Al final, Tesla se terminó decantando por Nuevo León, por una mejor ubicación logística y también porque el presidente López Obrador y el canciller Ebrard acabaron cediendo ante las exigencias de la empresa automotriz, que al fin y al cabo va a invertir en México de entre 4.5 a 5 mil millones de dólares.
Está claro, el nearshoring sí es un fenómeno a favor de México, pero para aprovecharlo en todo su potencial debemos no sólo crear infraestructura, tener mano de obra competitiva (capacitada) y energías renovables (es la nueva exigencia), también debemos ver la forma en tener cada vez más cadenas de valor, cadenas de proveeduría, donde éstas se realicen en México.
Y para ello necesitamos que tanto el Gobierno Federal como los locales definan las áreas de oportunidad de cada región y brinden apoyos en transferencia tecnológica y laboral a las pequeñas y medianas empresas. El nearshoring ayuda, pero por sí solo no genera una política industrial y para aprovecharlo, debemos diseñarla nosotros. Y hoy carecemos de ella.