Contar con las perspectivas sobre el comportamiento de la economía mundial y nacional es crucial para responder a la pregunta más importante que se nos presenta en el 2024: ¿Qué México queremos? Empresarios, gobernantes y sociedad debemos anticipar el comportamiento de las variables económicas para ajustar las estrategias comerciales, de inversión, de presupuestación y de gasto cotidiano. Tener una comprensión clara de las tendencias económicas nos ayuda a tomar decisiones informadas, gestionar y minimizar riesgos y planificar a mediano y largo plazo. En este contexto se presenta una visión del panorama que se vislumbra para el próximo año, el cual contiene factores trascendentes.
Situación actual de la economía mundial y nacional
La economía mundial entró en una sorprendente recuperación tras la pandemia de COVID-19, si bien a ritmos desiguales en función de las medidas de aislamiento tomadas y las políticas de fomento a la actividad económica de cada país. Así, luego de un decremento del 2.8 del producto global en 2021, se registró un efecto rebote con una expansión del 6.3% el año siguiente. En el caso de nuestro país, las decisiones poco afortunadas llevaron a una contracción de la economía del 8.7% y a pesar de la inexistencia de medidas concretas para apuntalar los mercados, el PIB nacional registró un aumento de 5.8% en 2021. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania vino a trastocar las inercias y redujo el ritmo de crecimiento con la ruptura de las cadenas productivas y una nueva suerte de pandemia ahora de inflación, que llevó a la implementación generalizada de una política monetaria restrictiva, que si bien ha tenido resultados en términos de reducir el ritmo de crecimiento de los precios, ha provocado que la recuperación pierda paso. Es por esta razón que la resiliencia mostrada con la reapertura impulsada por el consumo y la inversión registrada desde 2022 y hasta comienzos de este año, no logre marcar tendencia hacia superar los niveles prepandemia.
Los pronósticos de crecimiento mundial siguen apuntando a la desaceleración pasando el PIB de 3.5% en 2022 al 3.0% en 2023 y a 2.9% en 2024 (Fondo Monetario Internacional a octubre de 2023), este ritmo se aleja del promedio histórico (2000–2019) de 3.8%. Si bien, consideramos que no existen condiciones para una recesión, sí preocupa la fragilidad y su poder de arrastre negativo, encabezados por las economías avanzadas de Europa y Estados Unidos y en otras de gran influencia como China. Lo positivo en este entorno es la reducción continua en los niveles de inflación, lo que alentaría que las altas tasas de interés se moderen hacia mediados de 2024, lo que abona a los pronósticos de ralentización.
Nuestro país no está nada alejado de estas tendencias, si bien el 2023 ha mostrado un mejor comportamiento en comparación con lo esperado a principios del año, los pronósticos de crecimiento rondan el 3.0% anual, inferior a los dos años anteriores, pero con potencial para superar la dinámica prepandemia. Por su parte la inflación general se ha ido moderando, empero este año y el siguiente seguirá alejada del objetivo planteado por el Banco de México. El factor clave se encuentra en la inflación subyacente que desde finales de 2022 se ha mantenido por encima de la general, sostenida por el precio de los alimentos, influenciados por la ruptura de las cadenas de suministro que mantienen altos los costos de las materias primas y los commodities; de igual forma el consumo interno ha mostrado una buena recuperación empujado por un mercado laboral que se consolida -si bien con un alto contenido informal-, y de un aumento relativo en los salarios reales de determinados sectores, los apoyos gubernamentales y el sorprendente incremento en la entrada de remesas, que si bien no es un sector productivo, sí ha permitido fortalecer el consumo de las familias receptoras.
Perspectivas 2024
Para 2024 la narrativa no ha podido disociarse de las tendencias mundiales, sobre todo por el factor que representa la demanda externa. La economía norteamericana no termina por despegar (se estima un crecimiento de entre 1.9 y 2.5%) y seguirá conteniendo la expansión de las exportaciones mexicanas impactando directamente en el crecimiento, lo que durante 2023 se ha combinado con la fortaleza del peso, que alienta las importaciones en perjuicio de la oferta nacional. Para 2024 la moneda mexicana irá perdiendo terreno frente al dólar a medida que la apreciación responda al acomodo de los mercados financieros, por lo que estimamos que el tipo de cambio promedie el próximo año alrededor de los 19 pesos por dólar. Aunado a lo anterior, la permanencia de las altas tasas de interés, estimadas entre 9.5 y 10% para los CETES a 28 días, encarecerá el crédito y los planes de expansión de las empresas.
![](https://anfaddigital.com.mx/wp-content/uploads/2024/01/mundo-billetes-internacionales-signo-moneda-incluye-dolar-euro-yen-yuan-libra-esterlina-transferencia-dinero-concepto-comercio-divisas-scaled.jpg)
En contraste, a medida que las cadenas globales de producción y de suministro mejoren su funcionamiento la inversión nacional empezará a reanimarse. En este contexto, la inversión pública seguirá dirigida a los proyectos prioritarios buscando finalizarlos antes de que termine el sexenio, por lo que, si bien tendrá efectos positivos, estos no serán lo potenciadores que se requieren.
La perspectiva para 2024 es de un crecimiento moderado de entre 1.8 y 2.2% sostenido por el gasto público, que se verá elevado por ser un año electoral, lo que se refleja en el PEF aprobado por el Congreso con un mayor gasto social que ha implicado, ante el agotamiento de los ahorros y recursos disponibles, incrementar el déficit público y recurrir a un endeudamiento sin precedente en décadas, así como generar deliberadamente excedentes de manejo discrecional. El otro pilar de la expectativa será el consumo privado, que sigue en recuperación y ha mostrado resiliencia gracias a los impulsores que hemos descrito: mercado laboral con una buena nota en trabajadores registrados ante el IMSS, apoyos gubernamentales y remesas, que seguirán incrementándose mientras la economía norteamericana no desfallezca. A estos factores habría que agregar la moderación paulatina de la inflación (que si bien puede repuntar ante factores externos, el mayor gasto social y la reducción de subsidios a los energéticos) que se estima promedie el próximo año entre 3.6 y 4.0% con una subyacente todavía elevada de entre 4.2 y 5.0% anual, lo que llevaría al inicio de la reducción de las altas tasas de interés.
![](https://anfaddigital.com.mx/wp-content/uploads/2024/01/conexion-vinculacion-red-personas-conceptual-scaled.jpg)
Un posible gran motor de la economía para 2024 y para más años es la atracción de nuevas inversiones, que impulsadas por el fenómeno del nearshoring, esa suerte de relocalización de procesos productivos en zonas más cercanas a los mercados consumidores, influido por la desarticulación de las cadenas de suministro, la elevación de costos de transporte transoceánico y de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China, de la que nuestro país se ha visto beneficiado en primera instancia por su localización, el T-MEC y la interrelación productiva con la industria norteamericana a través de la industria maquiladora. Nuestro país, desde su apertura económica y la firma del tratado con Norteamérica, ha sido destino de importantes flujos de inversión; sin embargo, la competencia por esas inversiones es fuerte, por lo que el país requiere instrumentar un plan de acción con medidas y acciones claras dirigidas a incrementar los atractivos y reducir los negativos. Surge la necesidad de un liderazgo empresarial encabezado por la industria manufacturera nacional, la única capaz de cohesionar a las instancias gubernamentales, a las formadoras de talento, a las organizaciones laborales y a los trabajadores en aras de aprovechar las oportunidades que se presentarán en los próximos años.
![](https://anfaddigital.com.mx/wp-content/uploads/2024/01/shutterstock_177639473.jpg)
Conclusión
El año 2024 representa el último de un gobierno que en lo social dio un paso adelante, pero se quedó corto, y en lo económico dio dos pasos atrás desarticulando los avances dados en materia de las reformas necesarias para modernizar el aparato productivo e insertar a la economía en la ola del conocimiento, la competitividad y el desarrollo sustentable. El balance económico es a todas luces negativo, incluso si las perspectivas de crecimiento para 2023 y 2024 se cumplen, estaremos ante un sexenio perdido en términos de crecimiento económico y del producto per cápita.
Vivimos en un momento histórico clave en el que tomar las decisiones que definan el futuro ya no es asunto de unos pocos, sino de todos. Ya no podemos ver al futuro como algo lejano, que no nos va a tocar, porque con la velocidad del cambio, el futuro es hoy. Los recursos necesarios ya los tenemos, la tecnología y la ciencia están en nuestras manos, y la única pregunta a responder en este futuro presente es cómo usarlos para los propósitos correctos. Las decisiones que se tomen en 2024 serán la pauta para aprovechar o no las oportunidades.
![](https://anfaddigital.com.mx/wp-content/uploads/2024/01/grafica-imgeconestra-534x1024.jpg)